martes, 22 de marzo de 2011

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miércoles, 9 de marzo de 2011


IX Domingo del Tiempo Ordinario A

Deuteronomio 11,18.26-28.32.
Salmo 31(30),2-3.4.17.25
Carta de San Pablo a los Romanos 3,21-25.28.

Evangelio según San Mateo 7,21-27.

“No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'.
Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".

Palabra de Dios.

Predicación de P. David Rolo. Loeches, Madrid.

homilia david-MIC-2011-03-06 12h05m08s
domingo, 27 de febrero de 2011
27 de Febrero de 2011
8 Tiempo ordinario (A)

Mateo 6,24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.

LO PRIMERO
José Antonio Pagola

«Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura». Las palabras de Jesús no pueden ser más claras. Lo primero que hemos de buscar sus seguidores es "el reino de Dios y su justicia"; lo demás viene después. ¿Vivimos los cristianos de hoy volcados en construir un mundo más humano, tal como lo quiere Dios, o estamos gastando nuestras energías en cosas secundarias y accidentales?

No es una pregunta más. Es decisivo saber si estamos siendo fieles al objetivo prioritario marcado por Jesús, o estamos desarrollando una religiosidad que nos está desviando de la pasión que llevaba él en su corazón. ¿No hemos de corregir la dirección y centrar nuestro cristianismo con más fidelidad en el proyecto del reino de Dios?

La actitud de Jesús es diáfana. Basta leer los evangelios. Al mismo tiempo que vive en medio de la gente trabajando por una Galilea más sana, más justa y fraterna, más atenta a los últimos y más acogedora a los excluidos, no duda en criticar una religión que observa el sábado y cuida el culto mientras olvida que Dios quiere misericordia antes que sacrificios.

El cristianismo no es una religión más, que ofrece unos servicios para responder a la necesidad de Dios que tiene el ser humano. Es una religión profética nacida de Jesús para humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos "funcionar" como comunidades religiosas reunidas en torno al culto, pero si no contagiamos compasión ni exigimos justicia, si no defendemos a los olvidados ni atendemos a los últimos, ¿dónde queda el proyecto que animó la vida entera de Jesús?

Tal vez, la manera más práctica de reorientar nuestras comunidades hacia el reino de Dios y su justicia es comenzar por cuidar más la acogida. No se trata de descuidar la celebración cultual, sino de desarrollar mucho más la acogida, la escucha y el acompañamiento a la gente en sus penas, trabajos y esperanzas. Compartir el sufrimiento de las personas nos puede ayudar a comprender mejor nuestro objetivo: contribuir desde el Evangelio a un mundo más humano.

En su primera encíclica, Juan Pablo II, recogiendo una idea importante del Concilio Vaticano II, nos recordó a los cristianos cómo hemos de entender la Iglesia. Lo hizo de manera clara. "La Iglesia no es ella misma su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento". Lo primero no es la Iglesia, sino el reino de Dios. Si queremos una Iglesia más evangélica es porque buscamos contribuir desde ella a buscar un mundo más humano.


PARROQUIA DE SAN VICENTE MÁRTIR. UNIDAD PASTORAL ABANDO-ALBIA. PASTORAL BARRUTIA. BILBAO. Tfno. 94 423 12 96. http://sanvicentemartirdeabando.org
martes, 22 de febrero de 2011
VII Domingo del Tiempo Ordinario A
20 de febrero de 2001, Loeches.

Libro del Levítico 19,1-2.17-18.
Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10.12-13.
Carta I de San Pablo a los Corintios 3,16-23.

Evangelio según San Mateo 5,38-48.

"Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto;
y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo."
Palabra de Dios.
Predicación Homilía P. David Rolo
jueves, 17 de febrero de 2011
Lc. 5,1-11.

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a la orilla del lago Genesaret; y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar". Simón le respondió: "Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes". Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador". Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres". Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Reflexión

El apóstol San Pedro, antes de conocer al Señor, era Simón el pescador. Un hombre recio, acostumbrado a la dura tarea de la pesca. Seguramente era uno de los más importantes del negocio y uno de los más respetados, debido a su carácter fuerte. Jesús se acercó a él, se subió a una de las barcas y le pidió que se alejara un poco para poder predicar a la muchedumbre. Pedro estaba pendiente del timón y de los remos, quizás sin escuchar las palabras del Señor.

Pero luego, Jesús le miró y le dijo que fuera mar adentro, a pescar. Simón se extrañó. ¿Pero cómo? ¿No sabe éste que yo soy un profesional? ¿Sabe éste más que yo, que me dedico a esto? Si no he pescado nada durante la noche, ¿cómo voy a hacerlo a pleno día? Sin embargo, le dijo: Lo haré porque tú me lo pides.

Jesús esperaba estas palabras, esperaba un poco de humildad por parte de Pedro, el impetuoso. Fue entonces cuando se obró el milagro. “Y pescaron gran cantidad de peces”. Al ver lo sucedido, Pedro se olvidó de la pesca y cayó de rodillas ante Jesús.

El Señor sabe muy bien lo que necesitamos, pero espera que le demos la oportunidad de participar de nuestra vida, que le demos el lugar que debe ocupar, el primero, el lugar de aquel que nos ama y nos procura y que cada día tiene planes maravillosos con nuestra vida, para nosotros y para nuestras familias, “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.

martes, 1 de febrero de 2011

Igual que nos preparamos para encontrarnos con la persona que más amamos, la oración requiere de unas disposiciones anteriores para entrar en ese diálogo de amistad.

HUMILDAD.
“Humildad es andar en verdad… Acepta los dones de Dios como inmerecidos. Reconoce humildemente que es Dios quien te los ha dado y nunca los consideres como si fuesen propios… Soporta con serenidad los propios pecados y miserias, cosa importante en la vida espiritual, porque el irritarte o deprimirte por estos es muestra de que atribuyes a tus esfuerzos personales todo progreso en ella” (Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia; Camino de Perfección).

Es la condición que necesitas para recibir gratuitamente el don de la oración. Es tener consciencia de tu verdad, de tu pobreza; y de la verdad de Dios, de su grandeza y de su amor misericordioso.

TRANSPARENCIA.
Acércate a Dios como tú eres, sin máscaras, pues te ama como tú eres. “Sólo los limpios de corazón verán a Dios” (Mt 5, 8). “Los hombres ven la apariencia pero Dios ve el corazón” (I Sam 16, 7). Nos habla de la coherencia de vida –ser lo que somos ante Dios y ante los hombres- y del impedimento de la hipocresía para el diálogo con Dios.

VIGILANCIA.
“La oración es un don de la gracia… supone siempre un esfuerzo… la oración es un combate… Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El combate espiritual de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración” (CEC # 2725).

CONFIANZA.
Significa abandonarte en las manos de Dios como lo hizo Jesús. Presentar tu vida como hoja en blanco para que Él pueda escribir lo que quiera.
lunes, 31 de enero de 2011

Hemos iniciado este domingo 30 de enero el taller de oración “Enséñanos a orar” en Toledo. En la primera sesión que hemos titulado “Prepara la Palabra” comenzamos a profundizar sobre ¿qué es orar?, ¿para qué orar? Y ¿cómo orar? Jesús nos invita a redescubrir y profundizar en la vocación a la que hemos sido llamados desde nuestro nacimiento: “al diálogo con Dios”. Pidámosle poder contemplarle para que nos enseñe a orar como Él lo hacía (Lc 11, 1). Ese encuentro transformante nos libera, nos sana, nos hace personas nuevas, verdaderos hijos e hijas de Dios, discípulos de Cristo, miembros vivos y vivificantes de la Iglesia. “El que está unido a mí da mucho fruto” (Jn 15,5).

La oración es un don pero también una tarea, una respuesta libre y consciente de nuestra parte que implica unos determinados medios, una disposición del corazón, una vida de fe viva y probada, un amor sincero y creciente hacia Dios y los hermanos. Es este el dinamismo que debe dirigir la oración para que en realidad dé el fruto al que está destinada.

“La Palabra de Dios, escuchada, asimilada y vivida, nos trasmite la misma vida de Dios” (Jn 5, 24; 8, 51) y nos hace UNO con la Palabra viva, Cristo (Jn 17, 8.22). En este diálogo íntimo con la Palabra u oración, radica nuestra vocación y misión de predicación del Evangelio. La Palabra de Dios creída y que al creerse no puede dejar de hablarse (II Co 4, 13), constituye la genuina identidad Verbum Dei”.

La escucha resume nuestra actitud fundamental ante Dios que nos dirige su Palabra, pero hay que dar unos pasos más. No basta escuchar, hay que acoger, guardar la Palabra en el corazón, vivir de acuerdo con lo que Ella nos pide y no dejar de anunciarla. El que escucha, acoge, pone en práctica y anuncia la Palabra, realiza el proyecto de Dios. Es “el hombre prudente que edifica su vida sobre roca” (Mt 7, 21-26).

Te invitamos a participar y a continuar con la práctica diaria de la oración desde casa, trabajo o colegio, a dedicar unos minutos cada día al diálogo con Dios por medio de la Palabra. Aquí, en esta página, encontrarás las pautas semanales desde el Evangelio diario, léelas y ejercita la oración durante unos minutos y, verás que tu día cambia.

Próxima reunión 27 de febrero.